Por Lucas Dourojeanni
El mundo ha visto a la Amazonía ser contaminada y devastada por la codicia del hombre, siendo incapaz de brindar respuestas claras y propuestas concretas para salvarla. En medio de la indignación, los pueblos indígenas han sido quienes se han levantado en protesta de esta insostenible situación, exigiendo la preservación de sus medios de vida y los bosques que los vieron nacer.
La esperanza brilla
Así, dentro del caos, brilla la esperanza, desde una pequeña comunidad en la selva ecuatoriana, donde un conjunto de voces se unen para brindar aliento, apoyo y sobre todo respuestas para todos los que estén dispuestos a atender su llamado y poner Todos los Ojos en la Amazonía.
La comunidad Kofan de Sinangoe, al norte de Ecuador en el Cantón de Lago Agrio, provincia de Sucumbíos, fue la anfitriona del primer viaje de aprendizaje en el marco del programa Todos los Ojos en la Amazonía, permitiendo el intercambio de experiencias y lecciones entre representantes de pueblos indígenas de Ecuador, Brasil y Perú sobre mecanismos de monitoreo, control y vigilancia de los territorios indígenas para su defensa y protección.
Acción legal poderosa
La historia de los kofanes y su exitosa lucha contra la actividad minera sirvió de inspiración para los asistentes, ya que gracias a la combinación del conocimiento ancestral y los avances tecnológicos, la comunidad logró armar una poderosa acción legal con evidencia recolectada a través de drones y celulares para perseguir la protección de su territorio y el medio ambiente.
Compartir desafíos y soluciones
Sin duda, cada país tiene sus propios retos y sus propios contextos. Adriano Karipuna de Brasil comentó que “el Estado es […] anti-indigena, ya que ha permitido que tiren fuego y destruyan nuestro territorio. Debemos insistir en la responsabilidad del gobierno para proteger las tierras indígenas… la responsabilidad de conservar los bosques no solo es de los pueblos, es del gobierno y por eso debemos demandar que no destruyan”.
La clave del éxito es el compromiso, la colaboración y la organización.
Para Jaime Corisepa de Perú además, es importante abrir el diálogo con el Estado, y señala que “no se debe confundir el diálogo con concertar o acordar”. Es gracias a esa voluntad de querer sentarse a escuchar que existe la Reserva Comunal de Amarakaeri.
Mientras que Alexandra Narváez de Ecuador, comparte que el Estado ecuatoriano les ha dado la espalda a los pueblos indígenas por eso tomaron la decisión de ejercer su derecho a la autodeterminación, reconocido en la propia constitución ecuatoriana.
Los representantes y líderes de las comunidades indígenas de Ecuador, Brasil y Perú al compartir sus propias luchas, llegaron a la conclusión que sin importar el tipo de amenaza, el eje común de las experiencias exitosas es la unión y organización de las comunidades; ya que sin ella, la lucha no avanza.
Las mujeres son una fuente de fortaleza
Dichas declaraciones de unidad, así como la presencia de mujeres indígenas, quienes desde sus múltiples roles (de madres, esposas, monitores ambientales y lideresas en de sus comunidades y organizaciones) destacan por ser fuente de fortaleza, compromiso y entrega por la protección de la naturaleza, hicieron de este espacio un importante motor de inspiración para continuar en la lucha.
El viaje de aprendizaje nos ha fortalecido e inspirado para continuar la lucha
Hernán Payaguage de Ecuador concluye: “Hemos compartido experiencias con líderes y representantes que luchan por el mismo objetivo: proteger la Amazonía y combatir el cambio climático. No solo para las personas que viven en la Amazonía, sino para todo el mundo “.
El viaje de aprendizaje ha fortalecido e inspirado a todos para continuar la lucha. De igual forma, permitió consolidar el compromiso de los socios internacionales del Programa.