Entrevista con Lorenzo Pellegrini
Publicada originalmente en https://www.iss.nl/en/news/ears-and-eyes-amazon
“Todos los Ojos en Amazonía” es un proyecto para implementar sistemas frugales de monitoreo ambiental, simples pero avanzados en la Amazonía brasileña, ecuatoriana y peruana. Greenpeace International e Hivos son los líderes del proyecto. El objetivo es detectar la deforestación y los impactos del petróleo en la región. Los equipos locales de monitoreo usan smartphones, drones e imágenes de satélites para registrar los impactos ambientales en sus territorios.
Uno de los líderes del proyecto es Lorenzo Pellegrini, profesor asociado de Economía, Desarrollo y Ambiente en el Instituto Internacional de Estudios Sociales (ISS) en La Haya, parte de la Universidad Erasmus de Rotterdam. También es profesor adjunto en la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador. Su investigación incluye el impacto socio ambiental de las industrias extractivas, la justicia ambiental, la evaluación de impacto, las instituciones y la corrupción.
El programa “Todos los Ojos en Amazonía” se desarrolla en áreas amenazadas por altas tasas de deforestación, en la mayoría de los casos, por actividades ilegales. Varias áreas también están afectadas por actividades de extracción y derrames de petróleo: “Monitores indígenas van a áreas contaminadas, toman fotos, hacen registros y entrevistan personas que viven en las cercanías. Ayudamos a comunidades locales a mapear lo que sucede con programas fáciles de usar y compartir. Esta información es usada para interactuar con funcionarios del gobierno y presionar a las compañías para que operen de manera responsable”, dice Lorenzo Pellegrini. “Parte de nuestro trabajo es el componente del conocimiento. Estamos explorando si la información puede ser recopilada y utilizada por las comunidades locales. Por ejemplo, si observamos que hay una concentración de derrames en una sección de un oleoducto, es posible predecir si habrá más en el futuro y, por tanto, que sería necesario reemplazar toda la sección. Otro objetivo es generar una cobertura integral de los medios de comunicación y crear conciencia. Estos son los pasos necesarios para responsabilizar a las empresas”.
“Ayudamos a las comunidades locales a mapear lo que sucede con programas fáciles de usar y compartir”
¿Cuánto tiempo lleva funcionando el proyecto?
Junto a mi colega Murat Arsel, hemos trabajado alrededor de estos temas en varios proyectos desde 2011. En este momento, tuvimos un proyecto financiado por NWO, el Ministerio de Relaciones Exteriores de los Países Bajos e Hivos. Comenzamos a investigar, de qué manera, la nacionalización de la industria petrolera en Bolivia y Ecuador marcó la diferencia para la población local. Se sabía que los estándares operativos de las compañías multinacionales eran bastante bajos y que se apropian de la mayoría de los ingresos generados por las industrias extractivas. ¿Qué diferencia haría la nacionalización?
Uno de los resultados de nuestro primer proyecto fue la demanda local de comenzar con el monitoreo ambiental comunitario para producir información sólida y procesable. Desarrollamos las herramientas que todavía utilizamos hoy, junto con investigadores de la Universidad San Francisco de Quito (Carlos Mena, geógrafo) y la Universidad Central de Cataluña (Martí Orta-Martínez, biólogo). Somos un equipo de científicos verdaderamente multidisciplinario y diverso que trabaja en esto, lo cual es difícil y fascinante a la vez. Todos los Ojos en Amazonía llegará a su fin en 2021 y estamos buscando formas de continuar trabajando.
¿Por qué continúa siendo necesario?
“Los problemas ambientales en la Amazonía no desaparecerán en un par de años. Hay progreso, pero es muy lento. Uno de los logros fue que el sistema de monitoreo comunitario que contribuimos a crear se haya discutido en el congreso peruano. Y ahora, en la Amazonía ecuatoriana es obligatorio que los nuevos proyectos extractivos tengan el mismo tipo de monitoreo ambiental comunitario que nosotros encabezamos.
Sabemos que, para combatir el cambio climático, necesitamos mantener algo del petróleo y del gas en el suelo, no podemos quemarlo todo. Podemos maximizar el beneficio indirecto de las políticas ambientales y climáticas, seleccionando reservas específicas de combustibles fósiles, como las de la selva amazónica. Si dejáramos estos lugares intactos, ayudaríamos a los pueblos indígenas y protegeríamos los puntos críticos de biodiversidad. ¿Podemos alcanzar un acuerdo internacional para no explotarestas áreas?
Estamos trabajando en un ‘atlas global de combustibles fósiles no quemables’, incluyendo Sudáfrica, Asia, Europa, Estados Unidos y América del Sur. Construimos el mosaico para mostrar que se perderá mucho si se extrae petróleo de áreas sensibles como la selva amazónica”.
¿Podemos alcanzar un acuerdo internacional para no explotar estas áreas?
¿Cuál es su objetivo personal?
“Con la capacidad y las posibilidades que tenemos, como investigadores, me gustaría contribuir en los procesos que conducen a una mayor justicia ambiental. Para mí, esta es la razón principal para hacer este tipo de investigación. A veces es muy incómodo, porque los números son muy tristes. También es exigente, pero puede conducir a resultados importantes. Me gustaría contribuir en las políticas globales para combatir el cambio climático y también trabajar conjuntamente con los movimientos sociales y las ONGs.
También me impulsa la curiosidad. ¿Qué diferencia hay si se nacionaliza la extracción de petróleo? Y si la nacionalización no resuelve los problemas, ¿cómo podemos resolver los problemas asociados con las industrias extractivas? Hay un documental sobre este proyecto que fue premiado en varios festivales de cine. Creo que es poco común que un proyecto científico contribuya con un documental de alta calidad sobre pueblos indígenas y problemas ambientales. Espero que esta colaboración con los cineastas también pueda ayudar a crear conciencia y generar impacto”.
Más información
Todos los Ojos en Amazonía tiene como objetivo tener un impacto positivo importante en la situación actual en la Amazonía, con proyectos en nueve ubicaciones en Brasil, Ecuador y Perú, que cubren un total de aproximadamente 8 millones de hectáreas de bosque.